Si, esa abuelita que cuando caes en sus brazos te estruja sin piedad y te llena de besos sin miramientos, retratada con su incondicional aliada La Chancla, porque así son nuestras autenticas abuelitas, la que pasa del regaño a los besos en un parpadeo, que no tiene que pedirle permiso a los padres para corregir al chamaco (o sea niño) porque su autoridad solo está por debajo de la autoridad de Dios.
En esta relación entre la abuela y el nieto existe un dialogo de verdades, donde la abuelita no intenta proteger al niño inventando una fantasía del porque no quiere que sea músico, es llana, mi abuelo abandonó a su familia.