Es el séptimo libro de A. Christie y fue publicado en el año 1927. Previamente, como dicen en la series televisivas, Hercules Poirot acababa de resolver el asesinato de Roger Ackroyd, y se había quedado solo en escena, de manera que en esta nueva entrega reaparece el capitán Hastings quien regresa de Argentina y pasa a saludar a su entrañable amigo Poirot.
El reencuentro se ve interrumpido por un inoportuno ladronzuelo quien fallece revelando que existe una organización que se esta apoderando del mundo: Los cuatro grandes.
Este es el primer caso de Poirot que tiene un alcance mundial, me recuerda a las películas de 007 que se ocupan de grandes conspiraciones. Y me parece un paso natural para nuestra adorada escritora, pero eran muy pocas páginas y a mi gusto considero desafortunada esta entrega por los constantes huecos que no permiten que la historia fluya y los personajes que no terminaron de aparecer y deslumbrarnos como prometían.
Ahora, si la reviso desde la óptica de un trabajo que va evolucionando, es un valiente ensayo, la autora esta parada fuera de lugar, intenta ahorrar en narrativa, muestra a un Poirot frustrado por tanto que ha corrido tras la liebre.
Punto a resaltar: nos hace un guiño de una futura la bomba atómica 18 años antes de que fuera lanzada en Japón.
"-¿No sabe que todos los detectives célebres tienen hermanos que serían mas célebres si no mediara su indolencia innata?...
-¿Cuál es el nombre de su hermano?...
-Achille Poirot"