Crónicas de una diosa es una lectura fascinante, escrita en primera persona, quien narra la historia es Namima, una joven que ha sido destinada desde su nacimiento a ser sacerdotisa de la noche y servir a la diosa del inframundo Izanami. En verdad que sentí que estaba escuchando la historia desde los mismos labios de Namima, porque su narración presenta los defectos típicos de cuando alguien te cuenta una historia, como el repetir cosas que se ya ha dicho esto le confiere una autenticidad y una dulzura que es propia de quien se autorepite para convencerse de lo que ha pasado.
La historia de Namima y su hermana Kamikuu es solo el marco para exponer emociones mas profundas, y estas son las emociones de Izanami e Izanaki, quienes originalmente desde su nacimiento como dioses son los dioses del amor entre una mujer y un hombre.
Namima es considera por la gente de su aldea una persona ying, porque es la segunda hija; mientras que Kamikuu es el yang, eso es lo establecido: el primer hijo es yang, el segundo hijo es ying y así se van sucediendo las generaciones.... Los que son yang son los bendecidos y los que son ying son los corruptos.
El ying y el yang son la dualidad que crea todas las cosas, es necesario que existan ambas, y los seres humanos deben aprender a aceptar su destino de lo contrario maldiciones caerán sobre ellos y sus descendencias.
Namima no acepta el destino de ser ying y vivir en la soledad, sin embargo, su temprana muerte irremediablemente la conduce ante la diosa del inframundo Izanami quien vive para satisfacer su propio rencor. El rencor fue el tema que atrapó mi interés y aun me tiene meditando, hasta donde llega el rencor, hasta cuando vivirá el rencor?
Después que leí Out hace apenas un mes, me quedé tan sorprendida por el talento de Natsuo Kirino, que agendé leer otra obra suya lo mas pronto posible, y encontré esta novela Crónicas de una diosa, con lo cual estoy aun mas feliz por haber encontrado esta joya de novelista.
